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Tú eres lo que comes... chupas... muerdes... escúpes...

Desde una ontología psioanalítica -es decir, con solo una de tantas filosofías que hay en el

contexto psicológico, y que no necesariamente deben confundirse y/o mezclarse con las demás, y mucho menos caer en el error de suponer que hay solamente "un solo tipo de psicología"- presentamos las fases orales.

Muy notable resultan los cuidados y atenciones que se procuran y reciben durante la etapa de bebé. Para el psicoanálisis -y su sostén hipotético y premíseo (es decir, su validación científica)- es importante la exploración de las actitudes -"último eslabon" de la formación de la personalidad junto al temperamento, el carécter y la conducta o comportamiento-.

Aquí una breve descripción de la etapa oral y sus principales características vinculatorias:

La fase oral corresponde aproximadamente al primer año de vida. Se caracteriza por dos formas de placer: chupar (placer oral erótico) y morder (placer oral agresivo, que normalmente tiene que esperar a la aparición de la dentición). La boca tiene por lo menos cinco modos de funcionar: incorporar, retener, morder, escupir y cerrar.

Cada uno de esos modos es un prototipo o modelo original de ciertos rasgos de personalidad. Estos modos de reacción pueden observarse no sólo en las relaciones interpersonales, sino también en las actitudes económicas, sociales, políticas y religiosas, así como en los intereses culturales, estéticos, recreativos, atléticos y vocacionales.

Ingerir por la boca es el prototipo de la adquisición; retener, el de la tenacidad y determinación; morder, el de la destructividad; escupir, el del rechazo y desdén; el cerrar, el del desaire y el negativismo. De la cantidad de frustración y angustia que se experimente en relación con la expresión prototípica, depende que estos rasgos se desarrollen y se conviertan en parte del carácter de la persona (fijación).

Mediante desplazamientos y sublimaciones de diversa índole, la fijación en uno de los modos orales prototípicos puede convertirse en una red completa de intereses, actitudes y comportamientos. Por ejemplo, la actitud incorporativa puede abarcar cosas abstractas y simbólicas, tales como la incorporación de amor, conocimiento, dinero, poder y bienes materiales. La codicia y la voracidad se originan al no recibir suficiente alimento o amor durante los primeros años de vida (cf. Hall, 1983).

El exceso de frustraciones en la alimentación puede crear una actitud de dependencia en el bebé. Si este modo se mantiene en edades posteriores se dice que tal persona ha desarrollado una estructura caracterológica de dependencia oral, pero, por el mecanismo psicológico de formación reactiva, puede llegar a transformar su dependencia en una dificultad para depender o confiar. Igualmente, si utiliza el mecanismo de proyección, la persona podría convertirse en un gran altruista o servidor, colocando su propia dependencia en los demás.

Las adicciones también se originan aquí, al igual que el sarcasmo, la ironía y la actitud despectiva, que son formas orales más agresivas (simbolizando el escupir o el morder). Modos prototípicos de reacción como el cerrar la boca, cuando llegan a establecerse como estilos de personalidad, crean formas de comportamiento marcadas por el hermetismo, el ensimismamiento, la cautela, etc.

Oblitas. 2004.

 
 
 

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