¿Necesitamos orientadores o guías que "nos faciliten la vida"?
¿Carecemos de las facultades propias que nos permitan distinguir entre lo "real" de lo "no verdadero"?
¿De verdad necesitamos que alguien nos esté diciendo constantemente qué hacer con nuestras vidas, o cómo hacerle para "tener éxito"?,
A fin de responder con lo anterior, servirá bastante aplicar la "técnica de la luz indirecta" (consiste más o menos en acercarse a la luz -el conocimiento- de manera tal que sin mirarle de frente -para evitar enceguecerse a uno mismo-, pero con el cuidado suficiente y solo "de reojo", tratamos de no perderla de vista para que así, logremos alcanzarla).
Analicemos entonces mediante la técnica de la luz indirecta los principios conductuales occidentales que se presentan en todos los países...
a) Leyendas de ficción (generalmente películas), en donde se destaca un líder que por lo general, es miembro de un grupo de élite -como un héroe que resulta ser un hijo perdido de algún rey, por ejemplo, o "algún tocado por los dioses", ya sabes, alguien que simplemente no es necesario que se esfuerce demasiado, porque sencillamente, "ese era su destino"-.
b) Información latente que dice: "¡si tienes vales; y si no tienes, pues no!".
c) Información latente que dice: "¡eres inferior si no eres como nosotros decimos que debes de ser!".
d) Un sistema educativo -conformado tanto por prácticas utilizadas tanto por docentes como por los mismos padres de familia-, que resalta el seguimiento incondicional a las figuras de autoridad por encima del bien individual.
e) Diferentes tipos de comportamiento social de sometimiento individual debido a la suma de los puntos a), b), c) y d); como por ejemplo, LA INDEFENSIÓN APRENDIDA -que se observa de manera maravillosa cuando en una situación de conflicto o injusticia, "¡NADIE SE METE!"-
Sin profundizar demasiado, podemos entender de manera somera, que estamos programados por nuestra sociedad para caer embelezados en automático frente a figuras DE SUPUESTA AUTORIDAD Y/O POTENCIALIDAD MAYOR que representan los falsos valores del éxito; que tanto poseen como nos hacen:
I.- Ver y admirar la esbeltez que poseen.
II.- Admiración por capacidad para congregar altos números de personas -el "perfil del pastor" (en referencia al ganado)-.
III.- Admiración por "personajes inteligentes y capaces" -como los maestros que durante la niñez, suponíamos tanto infalibles, como líderes, y que ahora vemos como los "grandes publicadores de libros", y "ayudadores de gran cantidad de Compañías y personas".
IV.- Liderazgo admirable. Que por supuesto es falso -o temporal interesado-. Un verdadero líder te acompaña hasta el final de tus días.
Si alguien se te acerca hablando maravillas de sí mismo como el "mago todologo súper exitoso", te recomiendo bastante que te alejes inmediatamente y se lo cuentes a tu profesor universitario de más confianza.
La verdadera epistemología en donde se facultan e incentivan las diversas ontologías (herramientas de trascendencia) que puedes utilizar en tu vida, y que auténticamente te brindan soluciones tangibles, las encuentras únicamente de manos de los Colegios Universitarios... y aún así, suelen ser poco perfectas...
Empero, podemos darnos cuenta que la ferviente admiración que "nos nace" por quienes consideramos como "profesionales poderosos y destacados", obedece más que a sus posibles buenos talentos, a las conductas de sometimiento y pasividad permisiva en la que nuestra misma sociedad nos ha sumergido prácticamente desde nuestro nacimiento. Recordemos que la práctica de alejar al bebé de su madre desde justamente la situación del parto, marca desgarradoramente al pequeño con un conjunto de sentimientos y emociones que sencillamente le dicen: "¡estás tú solo! ¡y no acompañado de la figura grande y "protectora" que justo debería estar aquí a tu lado CONTIGO!"
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