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¿Por qué los mexicanos de los tiempos actuales quedamos pasivos ante los apabullantes atracos de las clases políticas que incansables, saquean incontrolables el patrimonio actual y futuro?
¿Qué provoca la parsimonía y desvalorización política y social de las masas con respecto tanto a su patromonio, como al de sus familias y el de sus próximos descendientes?
¿Por qué México es un país de cobardes pusilánimes que gusta de sumergirse cada vez más en el pesado lodo de la indiferencia, la corrupción y la decadencia social?
Émile Durkheim, sociólogo y filósofo frances, en 1895 publicó la obra que le cubrió con la responsabilidad fundadora de la sociología moderna. En ella, menciona que lo "normal" dentro de una sociedad -DESDE UN PUNTO DE VISTA EXCLUSIVO DE SU PROPIA GENTE-, es lo que la mayoría realiza, cree, piensa y acepta comúnmente y por la mayoría, como la corrupción -tanto propia como de nuestro sistema político-, el narcotráfico, los levantones, asesinatos y el resto de la decadencia que vivimos todos los mexicanos todos los días, y que aparentemente a pocos les mueve algún sentimiento de oposición...
Este gran Maestro indica también que lo patológico, es decir, lo que no es normal dentro de una sociedad -DESDE UN PUNTO DE VISTA EXCLUSIVO DE SU PROPIA GENTE POR SUPUESTO-, corresponde a lo que pocos hacen... como tratar de confrontar a la decadencia ya mencionada...
Por su parte, el gran sociólogo especializado en psicoanálisis Erich Fromm, cuando se refiere al miedo a la libertad que muchas personas gestan en su interior, y que les hace aceptar, promover e impulsar grandes dictaduras fascistas de poco respeto hacia los derechos humanos y garantías individuales, explica lo anterior como una curiosa coaxión entre la sociedad y el individuo...
A la pregunta de por qué cantidades enormes de mexicanos votan por la intransigencia, la indolencia, la corrupción desmedida y la maldad como tal, Fromm, discípulo del genial Médico Vienés creador del Psicoanálisis Sigmund Freud, nos refiere:
"Freud aceptaba la creencia tradicional en una dicotomía básica entre hombre y sociedad, así como la antigua doctrina de la maldad en la naturaleza humana. El hombre, según él, es un ser fundamentalmente antisocial. La sociedad debe domesticarlo, concederle unas cuantas satisfacciones directas de aquellos impulsos que, por ser biológicos, no pueden extirparse; pero, en general, la sociedad debe "purificar" y moderar hábilmente los impulsos básicos del hombre. Como consecuencia de tal represión de los impulsos naturales, ocurre algo milagroso: los impulsos reprimidos se transforman en tendencias que poseen un valor cultural y que, por lo tanto, llegan a constituir la base humana de la cultura.
Freud eligió el término "sublimación" para señalar esa extraña transformación que conduce de la represión a la conducta civilizada -o socialmente aceptada-. Si el volumen de la represión es mayor que la capacidad de sublimación, los indiiduos se tornan neuróticos y entonces se hace preciso conceder una merma en la represión. Generalmente, sin embargo, existe una relación inversa entre la satisfacción de los impulsos humanos y la cultura: a mayor represión, mayor cultura (y mayor peligro de trastornos neuróticos) -y si la cultura constantemente acepta como normales elementos como los asesinatos, las extorsiones, los estudiantes normalistas asesinados y/o disueltos en ácido... pues qué cultura... ¿no?-. La relación del individuo con la sociedad, en la postulación de Freud, es en escencia, de carácter estático: el individuo permanece virtualmente el mismo, y tan sólo sufre cambios en la medida en que la sociedad ejerce una mayor presión sobre sus impulsos naturales -como sus ansias de libertad auténtica- (obligándolo así a una mayor sublimación) o bien le concede mayor satisfacción (sacrificando de este modo la cultura)." Fromm. 1941. El miedo a la libertad.
Así es como las culturas pasan de un estado de tolerancia y respeto, a modos corruptos... por supuesto,aceptados por todos los integrantes de forma pasiva o sublimada.
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